San Felipe del Progreso sumergido en el porfiriato.
- De la Redacción
- 30 abr 2016
- 2 Min. de lectura
¿Recuerdan los relatos que nos presentaban los libros de texto en donde se hacía latente el cuento, la anécdota, la historia de Porfirio Díaz, presidente de México que fue reelegido durante 30 años? ¿Hace cuánto de ese trago amargo por el que atravesó el país? Sin duda, a nadie le gustaría regresar a esas épocas. Sin embargo, existe un municipio donde el tiempo se detuvo y de 'progreso', solo tiene el nombre.
En San Felipe del Progreso, el período del porfiriato se ha hecho presente. Pareciera que los años no han pasado por este lugar, así lo muestran sus habitantes, las calles, las vías de comunicación y la falta de oportunidades. De progreso, ya no tiene ni el nombre.

Por si eso fuera poco, los sanfelipenses tienen que tolerar la sucesión presidencial de Porfirio Díaz, quien hoy lleva por nombre Javier Jerónimo Apolonio que, desde su llegada a tierras indígenas, se hizo el propósito de no soltar el hueso, pero para que la ciudadanía no sospechara, ha colocado a sus allegados en la silla presidencial.
Primero, fue Abraham Monroy Esquivel “El Güerito” consentido, y quien, hoy, es vocal ejecutivo del Consejo Estatal para el Desarrollo Integral de los Pueblos Indígenas del Estado de México (CEDIPIEM), cargo que, no descartamos, ocupe gracias a Jerónimo Apolonio.
No es que se dude de los méritos del Güerito, pero su administración no se caracterizó por ser de las mejores. Lo verdaderamente significativo para la clase política de San Felipe, es codearse con Jerónimo Apolonio para seguir siendo tomado en cuenta, o ¿no es así?

Hoy en día quien cuida el changarro en San Felipe del Progreso es Olegario Romero López, amigo cercano de Jerónimo Apolonio. Hasta el momento ha dejado mucho que desear entre sus gobernados, quienes no ven resultados, pero abundan los pretextos del mandatario, quien, para nada se preocupa por lo que pudiese suscitarse, ya que ser amigo del máximo político en la zona, lo respalda y le asegura un cargo en alguna dependencia de gobierno estatal o federal. ¡Tranquilo Ole, no hay de qué preocuparse, tú has que trabajas, solo te encargo que me cuides la silla, mientras regreso!
Finalmente, Romero López, sólo se encuentra cubriendo el espacio de alguien que se tomó un descanso. Es tanto el poder político que ejerce Jerónimo Apolonio en la clase política, que sus deseos son órdenes y éstas se cumplen al pie de la letra, no importando si los habitantes no aprueban lo que se imponga. En San Felipe la democracia dejó de existir. En su lugar, impera el porfiriato y el rezago, pero para que nadie lo note, a sus habitantes se les engaña con migajas o con promesas que nunca se cumplen.
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