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Me avergüenza luchar

  • Por: Berenice Moreno
  • 21 nov 2015
  • 3 Min. de lectura


¡Me tengo que levantar!, exclama Juan desde la comodidad de su cama.


¿Por qué tenemos que ir a las marchas? Que vayan los que no tienen que hacer; yo tengo mucho sueño.

El día está aclarando y Juan se levanta de mala gana, toma su mochila y sale.


-¡Ya me voy mamá! Hoy vamos a ir a una marcha al Distrito Federal, ¡con lo que me gusta asistir!

- ¿No vas a desayunar hijo?, ya te preparé algo para que lleves y lo compartas con tus compañeros.

- No ma’, ya es tarde y si no me apresuró, me va a dejar el camión.


Juan, inicia su andar por las lodosas veredas de su comunidad en dirección a la Preparatoria donde estudia, al llegar, saluda a sus amigos y continúa quejándose de todo.


-¿Ya son todos los alumnos que irán? ¡Vámonos! porque se nos hará tarde y no llegaremos a tiempo; exclama el docente encargado de llevar a los alumnos.


Durante el trayecto, Juan exterioriza a sus compañeros y docentes su inconformidad por salir a manifestarse.


-Yo no entiendo a qué vamos a manifestarnos, si nunca nos hacen caso. En la escuela no tenemos butacas adecuadas para sentarnos, los pintarrones no sirven y la cancha se llena de lodo cada que llueve, es imposible jugar en un lugar así. ¡Estoy harto de estar en esta escuela!, porque sólo nos sacan a marchar para hacer bola.

-“En todas las escuelas es igual, el gobierno no otorga presupuesto para la educación; a nuestros gobernantes les conviene que tú y yo seamos ignorantes y no estudiemos”, exclama Teresa, compañera de clase.


- ¡Hay sí! ¡Claro que no!, eso lo dices porque me quieres convencer, pero si me voy a una escuela particular podré tener educación de calidad y, no tendré que salir a pasar vergüenzas exponiendo carteles en la calle.

- Si quieres salirte de la escuela, hazlo, nadie te obliga a estar en ella. Sólo ten en cuenta que tus papás no cuentan con el suficiente dinero como para pagarte educación particular, donde las colegiaturas son arriba de dos mil pesos. Y si lo hacen, les estarás quitando el sustento a tus hermanos, ¿quieres eso?


- No, pero tampoco entiendo por qué tenemos que salir a mítines y marchas, si de todos modos, nadie nos hace caso.


- Claro que nos hacen caso, pero las cosas no van a cambiar de la noche a la mañana, eso será paulatinamente. Primero, debemos aprender a exigir nuestros derechos y, eso, sólo se puede lograr de manera organizada. Imagínate si, a miles de personas, según tú, no les hacen caso, ¿qué pasará con una sola? Desafortunadamente vivimos en un país donde todo se privatiza, donde es más importante un jugador de futbol que un maestro, donde, a quienes se manifiestan, los desaparecen. Por eso, debemos cambiar nuestra manera de pensar con respecto a las marchas; quienes asistimos no lo hacemos porque no tengamos que hacer, sino porque queremos ser escuchados y atendidos.


- Pero, a mí me da vergüenza.

- A mí me da más vergüenza ver que mi escuela se encuentra toda despintada, sin butacas, ni salones adecuados, que carezcamos de infinidad de cosas, que mientras los hijos de los ricos tienen todo, nosotros tengamos que estudiar en condiciones dignas del siglo antepasado, ¡eso, sí es de avergonzarse! Por eso estamos aquí para apoyar, para exigir.


- ¡No me convences!


- Entonces, deja de quejarte y vive como el gobierno quiere que lo hagas, observando la TV todo el día, recibiendo programas sociales que sólo hacen que el ciudadano se quede en la comodidad de su hogar sin exigir, “total, ya tienen su pantalla o su tarjeta efectiva”, ¿qué más pueden pedir, a qué más pueden aspirar?, sigue siendo de los conformistas que se quejan por todo, pero no aportan o no proponen iniciativas asertivas que generen un verdadero cambio. En unos años, terminarás por dejar la escuela, te casarás y tendrás hijos. Finalmente, el gobierno los “medio” mantendrá y el círculo continuará; tus hijos se quejarán y los hijos de tus hijos, ¿eso quieres?


- Pues, no. Pero, crees que marchando ¿solucionaremos algo?


- Hoy no, mañana quizá tampoco, ni pasado, ni en un año si tú quieres, pero iremos avanzando, cambiando conciencias, acercando a la gente, gestionando beneficios para las escuelas, mejorando nuestras condiciones de vida y, sobre todo, siendo ciudadanos pensantes y racionales que saben luchar, que no se quedan callados. Cuando el gobierno vea ese cambio, entonces, podremos aspirar a ser un país con equidad.

 
 
 

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