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Si le pego, es porque se lo merece….

  • Por: Nabil López
  • 24 oct 2015
  • 3 Min. de lectura


Mujeres, ¡entiendan! Ustedes están solo para cuidar a nuestros hijos, lavar la ropa, hacer de comer y satisfacer nuestras necesidades o ¿qué pensaban?, ¿qué sirven para otra cosa?


Hoy les voy a platicar sobre la absurda y tonta idea que tienen las viejas de creer que son iguales a nosotros, un pensamiento como ese solo se le puede ocurrir a ellas, solo a ellas. No sé cómo pueden pensar esa tontería. Es una posibilidad tan absurda como creer que ellas están hechas para pensar. Me pregunto ¿cómo se atreven a compararse con nosotros?, si a leguas se ve que son inferiores a los hombres en todos los aspectos.


Hace algunos días mi esposa quiso empezar con esa estupidez de pensar que podía ser como yo, le tuve que poner un alto. No me casé con ella para ser su igual, porque simplemente los hombres siempre vamos a ser superiores a ellas.


Si hubieran educado a todas bien, uno no tendría que estarlas corrigiendo. Intentarlo es desgastante. Son tontas y no entienden con palabras. Son como los animales, solo con golpes les entra la letra, por eso amigos, si sus esposas no quieren entender cuál es su lugar en esta vida, ya les di la solución, un golpe a tiempo evitará que se salgan del redil.


Unos dirán que estoy mal, pero en el fondo sabemos que la solución es esa, claro, dependiendo del tamaño de su falta debe ser golpe. Así funciona esto, pues esas que se creen iguales a nosotros, necesitan mano dura y firme; quieren andar por la vida comportándose como cualquieras, queriendo salir disque a trabajar y yo les digo, si se quieren comportar así, pues hay que tratarlas como quieren, ya verán que después de unos golpes entenderán la lección.


Ellas se van a hacer las victimas e intentarán hacerte sentir mal con sus lloriqueos, pero para que crean que su chantaje funciona, llévales flores o algún regalito y con eso, se conforman porque son tontas y fáciles de dominar.


Por ejemplo, cuando yo le di un correctivo por primera vez a mi mujer, lo hice porque no hizo la comida que yo quería, según que no le dio tiempo. Ven, cómo algo tan sencillo no lo saben hacer, las mujeres son bastante inútiles y, perdón, pero creo que solo sirven para hacer hijos y eso, a veces, porque luego resulta que traen más viejas al mundo y no sé para qué.


Recuerdo muy bien la última vez que la corregí. Estábamos en la calle una calle solitaria y oscura, solo se escuchaban mis gritos y el llanto interminable de mi mujer. Eran aproximadamente las 11:00 de la noche y, tras un pequeño golpe en la cara, ella se cayó y su rostro golpeó el pavimento. Ya en el suelo, golpe tras golpe, era más fácil de dárselo, después de un rato me cansé y cuando la miré, ella ya no respondía. Todavía más drama, no me siento mal. Ella se lo buscó, me retó, me decía: ¡si eres muy macho pégame, pégame! Creía que porque estábamos en la calle, ¿no la iba a corregir o qué?


Unos chismosos se metieron a ayudarla y, como eran muchos, tuve que salir corriendo, pero en unas horas, la policía me agarró y fui a parar a la cárcel.


Lo único que dije fue que ella tenía la absurda idea de estudiar y trabajar, no sé para qué; me hartó tanto que tuve que corregirla, su necedad me sacó de mis casillas. Estuve un tiempo en la cárcel. Me demandó disque por maltrato, se quiere poner a mi nivel y no aguanta nada. Pero bueno, lo mejor pasó cuando salí unos días después; se sentía muy segura, pero yo no me quedé con las ganas de vengarme; me hizo quedar en ridículo con mis cuates y la tuve que matar.

 
 
 

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